Manifiesto para una revolución moral

Manifiesto para una revolución moral, de Jacqueline Novogratz
A partir de las historias de decenas de personas de todo el mundo que han logrado cambios reales en diferentes comunidades y de sus propias experiencias, Jacqueline Novogratz nos invita en Manifiesto para una revolución moral a imaginar el mundo que queremos y muestra algunas claves para conseguir hacerlo realidad.
Manifiesto para una revolución moral, de Jacqueline Novogratz

De mi padre siempre he escuchado que «viajar y leer, lo mejor para aprender» y no puedo estar más de acuerdo con él. Hoy que celebramos el Día del Libro, quiero compartir una de las últimas lecturas que más he disfrutado y cuyo libro más he subrayado para no dejar escapar ninguna idea. Se trata del Manifiesto para una revolución moral (Deusto, 2021), de Jacqueline Novogratz, fundadora de Acumen, una comunidad global dedicada a cambiar la forma en que se aborda la pobreza en el mundo y un fondo de capital riesgo sin ánimo de lucro.

La propuesta de Novogratz parte de la base de que «seremos mucho más ricos, productivos y pacíficos si aprendemos no solo a convivir, sino a florecer, a celebrar nuestras diferencias, y entendemos que unos somos parte de otros, que estamos unidos por nuestra humanidad compartida». Enumero a continuación solo algunas de las muchas frases e ideas que han resonado especialmente conmigo, con el trabajo que hago desde Sacalomejor y con el proyecto Humanidad Aumentada, por si inspiran a otras personas a reflexionar, entablar nuevas conversaciones y pasar a la acción.

Solo empieza

  • «Solo empieza y deja que el trabajo te enseñe».
  • «No planifiques tu camino para encontrar tu propósito. Vives dentro de él».
  • «Crecemos cuando nos estiramos, cuando estamos dispuestos a acoger lo incómodo».

Redefine el éxito

  • «A medida que creció el nivel de dificultad, también lo hizo su compromiso de hacer realidad su sueño».
  • «La mayoría de nosotros se enfrentará repetidas veces a tener que elegir entre ganar dinero o generar un cambio».
  • «Soltera, sin hijos, estresada económicamente e incapaz de describir mi trabajo de forma que la mayoría lo pudiera entender, pasé muchas noches solitarias preguntándome si sería capaz de dar la talla».
  • «Al final de tu vida espero que el mundo diga […] que ayudaste a los que se habían quedado fuera, que te renovaste a ti mismo, que viviste con el sentido de la curiosidad y el asombro, aprendiendo, cambiando y creciendo hasta que tomast tu último aliento».

Cultiva la imaginación moral

  • «La imaginación moral ofrece una eficaz lente para ver el potencial del mundo, identificar sus disparidades y trabajar para abordarlas».
  • «La empatía que no se acompaña de la acción corre el riesgo de reforzar el statu quo».
  • «Solo cuando nos atrevemos a creer que nuestro futuro puede ser diferente tenemos la oportunidad de hacer que así sea».

Escucha las voces nunca oídas

  • «Debemos aprender a escuchar, no solo con nuestros oídos, sino con todo nuestro ser».
  • «Escucha no para convencer o convertir, sino para cambiarte a ti mismo, despierta tu imaginación moral, suaviza tus aristas y ábrete al mundo».
  • «Pocos se paran a escuchar lo que los beneficiarios quieren realmente, provocando que las personas necesitadas queden atrapadas entre las trampas y las organizaciones benéficas y, en consecuencia, sus problemas se suelen multiplicar».

Eres un océano en una gota

  • «Cada uno de nosotros contiene múltiples identidades, tanto las heredadas como las elegidas».
  • «Cada parte de mí es una oportunidad de conectar con los demás».
  • «Pasamos mucho tiempo centrados en lo que creemos que es verdad, en vez de abrirnos a las formas en que otros perciben el mundo».
  • «Sin la transformación personal, la revolución moral es imposible».

Practica la valentía

  • «Las pequeñas victorias me hicieron creer que la vida podía ser una gran aventura si uno estaba dispuesto a atreverse».
  • «Si quieres ir a lo seguro, no deberías meterte en el sector del cambio. El cambio implica riesgo, y el riesgo, que no es lo mismo que la imprudencia, requiere valentía».
  • «La única manera de sobrevivir y prosperar es reconocer las imperfecciones».

Mantén valores opuestos en tensión

  • «Utiliza la sensación de incomodidad como indicador de progreso».
  • «Una revolución moral exige que todos hagamos más para llegar al otro lado del muro de las falsas dicotomías y reconocer que en los dos polos opuestos hay verdades».
  • «Los problemas de hoy no conocen fronteras nacionales. Solo los resolveremos si podemos mantener la incómoda tensión de las prioridades nacionales en una mano y la urgencia de nuestros desafíos globales en la otra».

Evita caer en la trampa del conformismo

  • «Las cosas seguirán siendo como siempre hasta que cambiemos nuestra definición de lo que es ‘normal’».
  • «Si no tenemos cuidado, podemos acabar arrastrados por formas tóxicas de pensamiento grupal y de conducta de manada».
  • «Si eres un agente de cambio, entonces eres inconformista por definición».

Utiliza el poder de los mercados y no te dejes seducir por ellos

  • «¿No es ese el verdadero objetivo de los mercados, asegurar un intercambio justo y razonable de bienes de manera que se cree valor para todas las partes implicadas?».
  • «La confianza, la empatía y la responsabilidad mutua son los cimientos de las sociedades sanas».
  • «Son los seres humanos los que crearon los actuales sistemas que gobiernan nuestras vidas. A ellos les corresponde cambiar y hacer evolucionar esos sistemas».

Crea alianzas con humildad y audacia

  • «A quienes queremos un mundo mejor nos sirven de poco los críticos blindados con rígidas certezas, sobre todo si no ofrecen ayuda ni soluciones».
  • «La humildad es necesaria para identificar las barreras en tu camino. La audacia es la clave para imaginar un futuro distinto».
  • «Ante todo, sé claro en tu propósito y sincero acerca de lo que pones sobre la mesa, así como lo que esperas llevarte tú».

Acompáñense unos a otros

  • «El acompañamiento es la voluntad de encontrarse con el otro […], requiere paciencia para escuchar las historias de los demás sin juzgar, para ofrecer habilidades y soluciones sin imposiciones».
  • «El acompañamiento es una forma de mantener tu compromiso con el éxito de otra persona».
  • «Al recompensar solo lo que podemos medir, perpetuamos el sistema que no honra lo que más valoramos, y el precio que pagamos es nada menos que el de nuestra alma colectiva».

Cuenta historias que de verdad importen

  • «Algunos podrían decir que es optimismo estúpido o demasiado idealista, pero creo que te conviertes en la historia que eliges contar».
  • «Aprender a contar historias que importan, las que unen e inspiran, reforzando nuestro potencial individual y colectivo, y plasmar un futuro que podamos construir y habitar juntos […] sin dejar de concentrarnos en lo posible».
  • «Nos empequeñecemos cuando contamos historias o prestamos atención a ellas– que refuerzan estereotipos negativos».
  • «Hay que reivindicar las historias de las personas a las que no se suele escuchar, y extraer de ellas historias esclarecedoras y verdaderas que encuentran un eco en la humanidad de todos».

Abraza la belleza en la lucha

  • «La inteligencia y la capacidad no bastan. Tiene que haber la alegría de hacer algo precioso», Dr. Venkataswamy.
  • «Estamos en este frágil planeta por un corto periodo de tiempo, estamos juntos y solo nos tenemos los unos a los otros».
  • «En un marco moral para un mundo interdependiente no tienen cabida las prácticas religiosas que dividen. Lo que importa es que aceptemos al menos algunos principios morales comunes que permitan nuestro florecimiento humano colectivo».

Érase una vez… la é

Érase una vez... la é - Sacalomejor
Como cuando te sumerges en una piscina o buceas en el mar, a veces hace falta tocar el fondo para tomar impulso y salir a flote. Eso es lo que le pasó a la letra é (así, con acento gráfico o tilde). Esta es la historia de cómo nace Sacalomejor.
Érase una vez... la é - Sacalomejor

Érase una vez, hace ya algún tiempo (el suficiente como para poder escribir sin resquemor, con perspectiva e incluso con cierto agradecimiento), existía un equipo de trabajo ideal. Nos dedicábamos a la comunicación y, desde luego, sabíamos comunicarnos bien. Sí, también vivimos momentos de estrés y tuvimos algunas conversaciones incómodas (es lo que tiene trabajar entre periodistas, pero ¡qué necesarias son las conversaciones incómodas!), pero después de mucho diálogo y de irnos conociendo bien, entre cafés de comercio justo, eventos corporativos, bebés, divorcios y notas de prensa, habíamos conseguido decirnos todo solo con una mirada y funcionar como un engranaje perfecto.

Cada quién aportaba unas habilidades y talentos, y una energía especial. Sentíamos que en equipo éramos imparables a todos los niveles, abordando con éxito desde la estrategia global hasta la operativa diaria. Nos unían unos valores compartidos y una forma de entender el trabajo: con responsabilidad, pero sin renunciar al disfrute; desempeñando cada tarea en profundidad, pero sabiendo priorizar. Con un liderazgo inspirador y participativo. Sin abandonar nunca un sentido del humor muy nuestro, capaz de hacer divertido el más tedioso comité.

Las cosas cambian

Éramos más que un equipo. De hecho, hubo quien dijo que «hacíamos tribu», y quizá así lo sentíamos. ¿Acaso era malo? Pues, al parecer, sí. Al menos para algunas personas, con quienes empezó, poco a poco y de forma sigilosa, a mudar el estado de ánimo de nuestro equipo. Sin darme cuenta, yo, que siempre había trabajado desde la máxima motivación y entrega, empecé a afrontar cada jornada como si una nube gris sobrevolara mi cabeza y me acompañara todo el día, empañando cada conversación, bañándola de una queja constante. Ya no contagiaba la alegría de antes y, según alguien me dijo (entre otras frases épicas, más bien patéticas, poco estéticas y nada éticas que no vienen al caso), trabajaba «demasiado encorvada sobre mi teclado». Así que esta era yo en el trabajo:

Figura encorvada

Nunca me puse en el lugar de quien me dijo esas palabras, que en aquel momento me atravesaron. Quizá, de haberlo hecho, podría haber entendido su razonamiento. O podría haberle hablado de la operación a la que me sometí de muy joven por problemas de espalda. Pero no lo hice. En lugar de eso, me fui a dar un paseo por mi bosque favorito (buscar soluciones en la naturaleza no es algo nuevo y suele funcionar). Aquel paseo lo cambió todo.

Ampliar el foco

Imagina ver un partido de tenis desde el punto de vista de la raqueta. O desde la primera fila. O como si fueras recogepelotas. Puedes llegar a apreciar hasta el último detalle en la pista, pero te pierdes todo lo que pasa en el estadio. Para salir de la acción y el ritmo de la pista hace falta subir a la grada y observar todo con una nueva perspectiva. Ampliar el foco. Ver más allá. Así, comencé a ampliar mi foco durante ese paseo entre robles centenarios, y empecé a ver más allá de mi propio yo.

Letra e tumbada

Salir de la burbuja diaria y analizar la realidad con perspectiva es fundamental para comprender qué está pasando en toda su amplitud, y poder tomar decisiones en consecuencia. Si yo me consideraba una persona alegre y comprometida, ¿por qué ahora iba a trabajar sumida en la amargura y sin ganas de aportar? ¿Quién había creado esa nube que se posaba sobre mí cada mañana? ¿Era yo? No me reconocía. Pero, ¿quién era yo? ¿Qué me movía? ¿Cuál era mi propósito?

Yo era Salomé, «con acento en la é», apostillaba desde muy pequeña cuando decía mi nombre. «Yo soy Sa-lo-mé», me repetía una y otra vez, tratando de encontrar respuestas buscando en mi esencia. Intenté reconectar con esa esencia: la alegría, la curiosidad, la valentía. Y así, me levanté. ¿Te habías dado cuenta de que la letra e siempre sonríe? 😊

Letra e levantada

Comencé mi paseo pensando en qué o quién me hacía «sacar lo peor» de mí, y terminé descubriendo que las sílabas de mi propio nombre dan pie a Saca-lo-mejor, que es lo que llevo intentando hacer durante toda mi vida. Sacar lo mejor en cada momento (hay días que se puede más y días que menos, por eso me gusta hablar de sacar «lo mejor posible hoy»), de mí misma y de otras personas y sus proyectos, a través de la comunicación.

A veces podemos enderezarnos sin ayuda. Otras veces, necesitamos a alguien que nos dé un empujoncito, como esa m a la é

mé

El fin de una historia o el principio de otra

¿Fracasé o me levanté? Por supuesto, después de ese paseo revelador, tomé la decisión de emprender a mi manera, aprovechando toda mi experiencia en el sector de la comunicación para impulsar proyectos de cambio. Desde entonces he trabajado para potenciar el desarrollo de proyectos en ámbitos tan diferentes como: edificación sostenible, educación, salud, cooperación al desarrollo, discapacidad, infancia en riesgo, finanzas éticas, consumo consciente, economía circular, turismo responsable, eficiencia energética, diversidad, equidad, inclusión, derechos humanos y un largo etcétera.

Sacalomejor es la marca que condensa toda mi experiencia y energía para impulsar el cambio positivo, para generar impacto a través de la comunicación.

Si en tu día a día estás trabajando en una iniciativa, organización, empresa, entidad… cuyo propósito anhela un mundo mejor, aquí comienza una nueva aventura para lanzarte a una comunicación eficaz. Haz que tus mensajes sean más auténticos, lleguen más lejos, a más personas y calen más adentro para provocar cambios que mejoren la vida humana y del planeta.

Te doy la bienvenida a este viaje.

Comunica lo que importa.

¿Nos vamos?

Sacalomejor